«Este es el CV tuyo que le hemos enviado al cliente, apréndetelo antes de llegar»

¿Qué? ¿Cómo? ¿Aprenderme mi currículum?

Aunque suena un poco subrealista es una situación real que viví a los pocos meses de empezar a trabajar en el maravilloso mundo de las consultoras.

Afortunadamente este tipo de casos son aislados, pero siguen ocurriendo.

Siguen existiendo los comerciales que «venden» perfiles junior como auténticos expertos y lo único que logran es frustración… por todas partes.

Por el recurso, que deja de ser personas, para convertirse en un manojo de nervios y estrés.

Por el cliente, que siente insatisfacción porque está pagando una tarifa que no corresponde con el desempeño obtenido.

Por la empresa, que ve como baja su reputación entre sus clientes.

Por la profesión, que se ve dañada con esta prácticas

Es cierto, que a veces vemos un potencial único en los junior, sabemos que van a ser capaces de dar más de lo que se espera por su experiencia, pero hay que lograr que el cliente lo perciba de otra forma.

No a base de inflar su currículum con experiencias ficticias.

¿Que por qué cuento esto ahora?

Porque a mi también ya no me pasa, nadie va a decir de mi algo que no sea cierto y si lo hace, le corregiré en privado y si insiste, también en público.

Pero sigue habiendo juniors a los que les pasa y tienen miedo de decirlo.

Por cierto, me aprendí el CV y pasé el filtro del cliente. El primer día de trabajo, me di cuenta de dónde me estaba metiendo y confesé todas las mentiras.

«Ya… lo sabemos, pero creemos que puedes hacerlo bien»

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